5 razones por las que vale la pena conocer la ciudad

 

#1: DESCUBRIR EN DOWNTOWN

Downtown es el corazón de Vancouver, una cuadrícula urbana de edificios acristalados con cierta estética futurista que contrasta con el resto de barrios residenciales. Los dos iconos de este distrito son el Canada Place, un original edificio en forma de velas en el puerto, y el Vancouver Lookout, una torre mirador de 169 metros que permite disfrutar de una panorámica de 360 grados. Además, confirma que Vancouver está encajado en medio de una naturaleza extraordinaria, entre el Pacífico y las Rocosas. Las principales calles a recorrer son el Granville Street, que va de norte a sur, y el Robson Street, de este a oeste. Esta última es el eje comercial donde se concentran las principales marcas internacionales. De camino hacia Gasstown, el barrio más antiguo de la ciudad, conviene detenerse en la biblioteca pública en Horner Street con su curiosa estructura en que imita al Coliseo de Roma. Gasstown es un barrio de ambiente tranquilo de calles adoquinadas y casas victorianas de ladrillo que transporta al viajero al siglo XIX. Su principal atracción es un reloj de vapor que silba cada 15 minutos.


#2: DESCONECTAR EN STANLEY PARK

Posiblemente se trate del parque urbano más espectacular del mundo. No solo por su gran extensión (404 hectáreas) sino también por su privilegiada situación. Un oasis rodeado de mar, lagos y bosques que hace olvidar que uno está en una gran urbe. La mejor manera de descubrirlo es alquilando una bici y recorrer el famoso Seawell, un bonito paseo de 22 km en que buena parte rodea la orilla del mar. Una de sus paradas obligatorias es el Brockton Point, el enclave más popular y fotografiado de Vancouver. Se trata de nueve tótems magníficos que asoman al mar, tallados por artistas de tribus de la costa noroeste acompañados por un centro de información con datos de cada uno de ellos. Si se viaja en familia, el tren miniatura es una buena alternativa ya que recorre el bosque de cedros y abetos, el Lost Lagoon, y las playas Second y Third. Otras atracciones son el acuario y miradores, además de zonas de picnic o restaurantes.



#4: IR DE MUSEOS

A Vancouver no le faltan museos y para todos los gustos. Uno de los más representativos es el Museo de Antropología ubicado en el recinto de la Universidad del Biritish Columbia (UBC), queda algo lejos del centro pero se llega fácilmente en transporte público. Este museo alberga piezas del arte nativo de la costa oeste canadiense en que destacan los tótems. El Gran Hall, una galería de cristal repleta de estas estructuras de madera es impresionante pero otras piezas como las canoas o cerámica resultan también muy interesantes. Otro imperdible es el Vancouver Art Gallery, un museo que muestra una magnífica colección de arte canadiense en la que sobresale la artista más icónica, Emily Carr. Sus obras se inspiran en el arte de los indígenas dándole un toque contemporáneo. El Science World, un museo interactivo de ciencia, tecnología y de historia natural para todos los públicos, coronado por una gran bola de golf plateada (cúpula geodésica) que es un emblema de Vancouver.


#7: VIVIR UNA AVENTURA EN WHISTLER

A menos de dos horas en coche dirección norte desde Vancouver se encuentra Whistler, una de las estaciones de esquí más importantes de Canadá. Se llega por una carretera que lleva el sugerente nombre de Sea Sky Highway (autopista del mar al cielo), que ya indica que su recorrido es igual de espectacular que el destino. Esta carretera bordea el fiordo Howe Sound con algunos miradores y una de las paradas obligatorias es el Parque Shannon Falls, en que su principal atracción son sus impresionantes cascadas de más de 300 metros. A pocos kilómetros sorprende una gran roca de granito llamada Stawamus Chiefs que es sagrada para los indios de Squamish, un pueblo famoso también por ser centro de escalada. A unos 40 km se llega a Whistler, un coqueto resort alpino repleto de hoteles, tiendas y restaurantes, pero su belleza está en su entorno, a los pies de dos grandes montañas: Whistler (2.181m) y Blackcomb (2.436 m). Lo mejor es subirse al funicular Peak 2 Peak (de montaña a montaña) que las conecta. Es un paseo espectacular de 10 minutos en que algunas cabinas tienen suelo de cristal para no perderse ningún detalle. Eso sí, mejor estar atento porque no es nada raro observar algún oso por el bosque.



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 ¡Hola! Mi nombre es Suzet, y en este blog, narraré algunas de mis experiencias en esta hermosa ciudad, al igual que desde mi punto de vista...